Bueno, aquí os traigo una trilogía digna de leer. Ya la conoceis y seguro que la teneis, pero si no es asi, me complace compartirla con vosotros.
Es la obra en tres entregas de “La Bella Durmiente”, escrita por Anne Rice bajo el pseudonimo de A. N. ROQUELAURE y de temática muy acorde con nuestras fantasias. Dominación, sumisión, spanking, sexo… todo se entremezcla en una deliciosa literatura que os encantará.
Para abrir boca, os dejo solo un par fragmentos y, mas abajo, el enlace para descargarse los 3 libros.
Buena lectura.
“—No os castigaré mucho —dijo él con ternura, levantándole la barbilla—. No fue más que una pequeña falta y, al fin y al cabo, la primera. Pero, Bella, para ser sinceros, os diré que me encantará castigaros.
Ella se mordía el labio y el príncipe se percató de que quería hablar; el esfuerzo por controlar la lengua y las manos era casi excesivo para ella.
Al acercarse a ella pensó que debía ser clemente y llevar a cabo el castigo con rapidez. Se sentó a un lado de la cama, se estiró para alcanzarla y, sujetándole las muñecas con la mano izquierda, atrajo su cuerpo desnudo y lo tumbó sobre su regazo de modo que las piernas pendían inútilmente sin tocar del suelo.
—Preciosa, preciosísima —dijo mientras recorría lánguidamente con su mano derecha las redondas nalgas, obligándolas a separarse ligeramente cada vez un poquito más.
Bella lloraba a viva voz pero amortiguaba el llanto contra la cama, con las manos sujetas ante sí por el largo brazo izquierdo del príncipe.
Entonces él, con la mano derecha, le dio un azote en el trasero y comprobó cómo el llanto subía de volumen. La verdad, no había sido un palmetazo tan fuerte, pero dejó una marca roja sobre la piel. Él volvió a zurrarle, sintió cómo la princesa se retorcía contra él, notó el calor y la humedad de su sexo contra la pierna y, una vez más, le propinó otro azote.
—Creo que sollozáis más por la humillación que por el dolor —le regañó con voz suave.
Ella forcejeaba por amortiguar el sonido de sus quejas.
Él príncipe abrió la palma derecha y, al sentir el calor de las nalgas enrojecidas, volvió a alzar la mano y soltó otra serie de palmetazos sonoros, fuertes, sonriendo mientras ella se resistía.
Podría haberla zurrado con mucha más fuerza, sólo para placer propio y sin hacerle demasiado daño. Pero se lo pensó mejor. Tenía tantas noches por delante para estos deleites...
Entonces la levantó para dejarla de pie ante él.
—Retiraos el pelo de la cara —le ordenó. El rostro manchado de lágrimas era de una belleza indescriptible. Los labios vibraban temblorosos, los ojos azules destellaban con la humedad de las lágrimas. Ella obedeció de inmediato.
—No creo que estuvierais tan mimada —dijo—. Me parecéis muy obediente y dispuesto a complacer, y esto es algo que me hace muy feliz.”
“Os castigaré cuando me apetezca. Habrá ocasiones en que éste será el único motivo.
Bella no podía contener sus gimoteos. El príncipe sonrió y le hizo una seña a la hija del mesonero. Pero éste le inspiraba tanto miedo que ella no se adelantó hasta que su padre la empujó.
—Querida —dijo el príncipe amablemente—, ¿en la cocina tendréis algún instrumento plano de madera para traspalar las cazuelas calientes dentro del horno, no es así?
La muchacha asintió con la cabeza y regresó al cabo de un instante con una paleta de madera, muy plana y alisada por los muchos años de uso, y con un buen mango para asirla.
—Excelente— dijo el príncipe.
Bella lloraba desconsoladamente.
Rápidamente, el soberano dio instrucciones a la hija del mesonero para que se sentara en el borde del piso de la chimenea, que era de la altura de una silla, y le ordenó a Bella, que estaba a cuatro patas, que se acercara a ella.
—Querida mía —le dijo a la hija del mesonero—, esta buena gente se merece un poco de espectáculo; su vida es dura y aburrida. Mis hombres también se lo merecen, y mi princesa puede aprovechar muy bien este castigo.
Bella se arrodilló ante la muchacha que, al darse cuenta de lo que iba a hacer, se quedó fascinada.
—Poneos sobre su regazo, Bella —dijo el príncipe—, con las manos detrás del cuello, y apartad vuestro precioso pelo. ¡Inmediatamente! —ordenó, casi con severidad.
—Mantened alta la barbilla, así; sí, encantador. Ahora, querida mía —dijo el príncipe mirando a la muchacha que sostenía a Bella sobre su regazo y la pala de madera en la mano—, quiero ver si podéis manejarla con tanta fuerza como un hombre. ¿Creéis que seréis capaz de hacerlo?
El príncipe no pudo contener una sonrisa ante el deleite y el deseo que mostró la muchacha por agradar. Ella asintió con un gesto y murmuró una respuesta respetuosa. Cuando el príncipe le dio la orden, bajó la pala con fuerza sobre las nalgas desnudas de Bella. La princesa no podía mantenerse quieta. Se esforzaba por permanecer inmóvil pero no lo conseguía y, finalmente, incluso se le escaparon varios lloriqueos y gemidos.
La muchacha de la taberna le zurró con más fuerza y el príncipe disfrutó de ello, saboreándolo muchísimo más que la paliza que él mismo le había propinado.
Finalmente, cuando las nalgas estuvieron muy rojas pero sin cardenales, el príncipe mandó a la muchacha que parara”.
¿Quereis mas? Pues entonces consigue los libros aquí:
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Es la obra en tres entregas de “La Bella Durmiente”, escrita por Anne Rice bajo el pseudonimo de A. N. ROQUELAURE y de temática muy acorde con nuestras fantasias. Dominación, sumisión, spanking, sexo… todo se entremezcla en una deliciosa literatura que os encantará.
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Buena lectura.
“—No os castigaré mucho —dijo él con ternura, levantándole la barbilla—. No fue más que una pequeña falta y, al fin y al cabo, la primera. Pero, Bella, para ser sinceros, os diré que me encantará castigaros.
Ella se mordía el labio y el príncipe se percató de que quería hablar; el esfuerzo por controlar la lengua y las manos era casi excesivo para ella.
Al acercarse a ella pensó que debía ser clemente y llevar a cabo el castigo con rapidez. Se sentó a un lado de la cama, se estiró para alcanzarla y, sujetándole las muñecas con la mano izquierda, atrajo su cuerpo desnudo y lo tumbó sobre su regazo de modo que las piernas pendían inútilmente sin tocar del suelo.
—Preciosa, preciosísima —dijo mientras recorría lánguidamente con su mano derecha las redondas nalgas, obligándolas a separarse ligeramente cada vez un poquito más.
Bella lloraba a viva voz pero amortiguaba el llanto contra la cama, con las manos sujetas ante sí por el largo brazo izquierdo del príncipe.
Entonces él, con la mano derecha, le dio un azote en el trasero y comprobó cómo el llanto subía de volumen. La verdad, no había sido un palmetazo tan fuerte, pero dejó una marca roja sobre la piel. Él volvió a zurrarle, sintió cómo la princesa se retorcía contra él, notó el calor y la humedad de su sexo contra la pierna y, una vez más, le propinó otro azote.
—Creo que sollozáis más por la humillación que por el dolor —le regañó con voz suave.
Ella forcejeaba por amortiguar el sonido de sus quejas.
Él príncipe abrió la palma derecha y, al sentir el calor de las nalgas enrojecidas, volvió a alzar la mano y soltó otra serie de palmetazos sonoros, fuertes, sonriendo mientras ella se resistía.
Podría haberla zurrado con mucha más fuerza, sólo para placer propio y sin hacerle demasiado daño. Pero se lo pensó mejor. Tenía tantas noches por delante para estos deleites...
Entonces la levantó para dejarla de pie ante él.
—Retiraos el pelo de la cara —le ordenó. El rostro manchado de lágrimas era de una belleza indescriptible. Los labios vibraban temblorosos, los ojos azules destellaban con la humedad de las lágrimas. Ella obedeció de inmediato.
—No creo que estuvierais tan mimada —dijo—. Me parecéis muy obediente y dispuesto a complacer, y esto es algo que me hace muy feliz.”
“Os castigaré cuando me apetezca. Habrá ocasiones en que éste será el único motivo.
Bella no podía contener sus gimoteos. El príncipe sonrió y le hizo una seña a la hija del mesonero. Pero éste le inspiraba tanto miedo que ella no se adelantó hasta que su padre la empujó.
—Querida —dijo el príncipe amablemente—, ¿en la cocina tendréis algún instrumento plano de madera para traspalar las cazuelas calientes dentro del horno, no es así?
La muchacha asintió con la cabeza y regresó al cabo de un instante con una paleta de madera, muy plana y alisada por los muchos años de uso, y con un buen mango para asirla.
—Excelente— dijo el príncipe.
Bella lloraba desconsoladamente.
Rápidamente, el soberano dio instrucciones a la hija del mesonero para que se sentara en el borde del piso de la chimenea, que era de la altura de una silla, y le ordenó a Bella, que estaba a cuatro patas, que se acercara a ella.
—Querida mía —le dijo a la hija del mesonero—, esta buena gente se merece un poco de espectáculo; su vida es dura y aburrida. Mis hombres también se lo merecen, y mi princesa puede aprovechar muy bien este castigo.
Bella se arrodilló ante la muchacha que, al darse cuenta de lo que iba a hacer, se quedó fascinada.
—Poneos sobre su regazo, Bella —dijo el príncipe—, con las manos detrás del cuello, y apartad vuestro precioso pelo. ¡Inmediatamente! —ordenó, casi con severidad.
—Mantened alta la barbilla, así; sí, encantador. Ahora, querida mía —dijo el príncipe mirando a la muchacha que sostenía a Bella sobre su regazo y la pala de madera en la mano—, quiero ver si podéis manejarla con tanta fuerza como un hombre. ¿Creéis que seréis capaz de hacerlo?
El príncipe no pudo contener una sonrisa ante el deleite y el deseo que mostró la muchacha por agradar. Ella asintió con un gesto y murmuró una respuesta respetuosa. Cuando el príncipe le dio la orden, bajó la pala con fuerza sobre las nalgas desnudas de Bella. La princesa no podía mantenerse quieta. Se esforzaba por permanecer inmóvil pero no lo conseguía y, finalmente, incluso se le escaparon varios lloriqueos y gemidos.
La muchacha de la taberna le zurró con más fuerza y el príncipe disfrutó de ello, saboreándolo muchísimo más que la paliza que él mismo le había propinado.
Finalmente, cuando las nalgas estuvieron muy rojas pero sin cardenales, el príncipe mandó a la muchacha que parara”.
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1 comentarios:
Gracias amigo, muy bueno, lo poco que lei me dio ganas de mas, jajajajajaja
Muy buen aporte
Besitossssssssssss
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